Terror psicológico, ciencia
ficción y misterio son algunos de los elementos que vertebran 'The Strain',
basada
en la primera novela de la 'Trilogía de la Oscuridad' coescrita por Guillermo
del Toro ('El laberinto del fauno') y el autor estadounidense Chuck Hogan, 'The
Strain' cuenta con el prestigioso director mexicano en la dirección y en la
redacción de los guiones y con Carlton Cuse (productor ejecutivo de 'Perdidos')
al frente de la producción ejecutiva.
Con elementos propios del
género vampírico y de las series de catástrofes y de investigación, 'The
Strain' cuenta con un elenco artístico de reconocidos actores como Corey Stoll
('House of Cards'), David Bradley ('Juego de tronos'), Mia Maestro
('Poseidón'), Sean Astin ('El Señor de los anillos'), Richard Sammel ('Malditos
Bastardos'), Jonathan Hide ('Titanic'), Kevin Durand ('Perdidos') y Robert
Maillet ('300'), entre otros.
La historia de 'The Strain'
comienza cuando un Boeing 777 aterriza en el aeropuerto neoyorkino JFK y se
detiene en seco en mitad de la pista de aterrizaje. Todas las luces están apagadas, nadie
responde a las llamadas de la torre de control y nadie coge los teléfonos
móviles. En el interior, todos parecen haber muerto. Al principio la tragedia se relaciona con
algún tipo de virus mortal, pero pronto se descubrirá que el origen es mucho
más aterrador de lo que cabría esperar.
Llama la atención que la concepción inicial
partiera de un proyecto catódico que acabó formando una trilogía literaria y,
que ahora, completa el círculo en una serie de televisión por cable. Nadie
puede llevarse a engaños si conoce el material que establecen unos best-sellers
(‘Nocturna’, ‘Oscura’ y ‘Eterna’) concebidos para aprovecharse de la
iconografía del género (‘Drácula’ de Bram Stoker) e integrarla en los resortes
de la ciencia ficción (gore) contemporánea. Una formulación plagada de
pandemias post-apocalípticas, grandes conspiraciones y cierta esencia policíaca
como motor del suspense. Planteemos en esa percepción que la desmitificación de
los vampiros y su completa pérdida de romanticismo nos llevan a un terreno más
sucio y peligroso, más repulsivo y oscuro. ‘The Strain’ quiere que sintamos
terror de esas criaturas ciertamente aberrantes y amenazadoras y que el
adictivo asco crezca al otro lado de la pantalla gracias a una epidemia de
‘gusanos’ dispuestos a clavarse en las retinas de sus nuevos espectadores y huéspedes,
invadiendo su cuerpo, succionando lentamente su sangre capítulo a capítulo.
Disfrutemos pues 'The Strain' como un cuento
contemporáneo con monstruo de la vieja escuela capaz de infectar a una ciudad
de las maneras más desagradables posibles. Deleitémonos en los planes para
dominar el mundo de las corporaciones y sus dirigentes inhumanos y sin
emociones, sintamos terror con la estupidez burocrática y, finalmente,
aplaudamos que exista un desvío en la actualidad sobre esos vampiros sexys y
atiborrados de cosméticos.
‘The Strain’ ofrece todos los tópicos de
serie B bajo la fotografía única de Del Toro más unos monstruos que prometen no
tener piedad. Y un misterio que descubrir, claro. Porque de algún lugar tienen
que salir ésos gusanos. En resumen, un serie de horror clásica, heredera del
folklore europeo clásico sobre el vampirismo, aplicando toques de ciencia
ficción. Y es que Guillermo del Toro es especialista en contarnos las
viejas historias del mundo, retorcerlas y ser capaz de sorprendernos de nuevo
con ellas. Todo lo suyo está recubierto de una pátina mágica y fantástica pero guarda
una estrecha relación con películas ochenteras que se caracterizaban por buenas ideas
pero de dudosa ejecución debido al bajo presupuesto. 'The Strain' es ese tipo de
cine B pero llevado a la pequeña pantalla, con una innovadora visión de lo que
parece ser de primeras una imagen mezclada de vampiros, ghouls y zombis. Una
verdadera pena que los demás elementos no se encuentren a la altura: el diálogo
forzado, pobre y repetitivo; actuación falsa y sin vida, todo ello envuelto en
un ambiente escaso donde la falta de decorado y secundarios salta a plena vista
con una lógica y sucesión de hechos incomprensible.
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